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Con sonrisa por los senderos del pasado

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Petya Alexandrova con Rumen Leonidov
Foto: Veneta Pavlova

Снимка“Bulgaria: vistiendo pantalón turco pero luciendo chistera”, un libro que evoca personalidades y acontecimientos históricos en los que aún no nos hemos fijado

Ha salido de la imprenta el libro de Petya Alexandrova “Bulgaria: vistiendo pantalón turco pero luciendo una chistera”. Es la continuación de una obra que ha recopilado medio centenar de historias búlgaras del siglo XIX y comienzos del XX. El nuevo libro está compuesto por igual número de cuentos y lleva título idéntico.

A semejanza del primer tomo también ahora la autora, guiada por su erudición y manejando su talentosa pluma, conduce a los lectores por los senderos del pasado. El título de ambos volúmenes sugiere la idea del desarrollo europeo de los búlgaros abandonando el anacronismo del Imperio otomano. No obstante ello, el libro no está siendo acogido como el “escaparate” de aquella evolución y es porque “lo europeo” de Bulgaria se encuentra colmado de contradicciones. En una de las historias se cuenta, por ejemplo, de cómo el Estado se empeñaba en ejercer influencia sobre el “independiente” poder judicial. El fiscal indómito que acabaría siendo apartado de su puesto es el propio escritor famoso, Aleko Konstantinov, escritor satírico de talla mundial. Se le tildó de analfabeto, casi sin diploma de terminados estudios de primaria pero, en realidad, Konstantinov había concluido estudios universitarios como jurista. En otro capítulo del libro se cuenta como el Estado respalda, solícito, el “mercado libre” de servicios sexuales, pero para no escandalizar a los búlgaros tradicionalistas decreta un montón de restricciones éticas que hoy en día suenan irrisoriamente. Una de estas limitaciones era que a las meretrices se les prohibía ir a bañarse al conocido baño público de agua mineral en Sofía en las horas en que allá se encontraban las mujeres decentes. Sin embargo, paralelamente a todo ello, la nación búlgara se iba desarrollando y avanzando en la economía, la cultura, la educación. Fueron criándose en el seno de aquella sociedad importantes personalidades a las que la autora describe con un lenguaje sugerente, mostrando todas sus contradicciones.

Снимка¿Por qué a Petya Alexandrova le ha importado tanto escribir sobre búlgaros famosos de los siglos XIX y XX?

No he puesto mientes en si esto es importante o no, simplemente he escrito lo que me dictaban mi corazón y mi alma, señala la escritora entrevistada por Radio Bulgaria y continúa: En realidad, he conservado la misma forma de escribir desde que me convertí en periodista y escritora. No me he esforzado por hacer algo tan original para que se recuerde y sea distinto a lo que hasta ahora se ha escrito.

Una de las ideas del libro es, obviamente, la de mostrar la europeización de Bulgaria en aquella época. ¿Habrá acaso casos en los que este proceso transcurra a la inversa o la europeización acabe siendo grotesca?

Hay, desde luego, tales casos, Se pueden encontrar en el libro tales momentos en los que al búlgaro le cuesta acostumbrarse a las novedades. O bien, pretende, a toda costa, ser muy moderno y muy al tanto de la técnica, por ejemplo. Sin embargo, al comienzo no todo ocurre como debe ser. Por ejemplo, las bicicletas en Bulgaria. Las primeras bicis que llegaron al país venían del extranjero. Por cierto hubo algunos fabricantes búlgaros que procuraron imitarlas. En fin, fabricaron cierta clase de bicicletas pero levantaron ecos hostiles entre la población. Los chavales en la calle al ver pasar a un ciclista iban gritando detrás de él, la bici parecía un vehículo bastante extraño, bastante estrafalario. La gente creía que su fabricación era una idea de locos, por lo de subirse uno en dos ruedas guardando equilibrio a duras penas para ser más veloz que el resto de personas. En el plano del prestigio público resultaba bastante arriesgado para alguna dama montar bicicleta pero resulta que no era así únicamente para las damas. Hasta el monarca búlgaro, el Príncipe Fernando, terminó comprándose una bici y se esforzaba por montarla en el recinto del palacio Incluso él se habría sentido un tanto incómodo y dificultado en el manejo de aquel nuevo medio de locomoción. A la postre, tendría que haber desistido de aquel empeño, ya que no se le ve en ninguna foto montando una bicicleta en un lugar público”.

¿Cómo valora la propia autora su libro?

Para mi es importante que este libro no sea considerado como muestra de una literatura histórica seria porque, de acogérsele así, posiblemente se descubra un montón de defectos. El libro está escrito con una pequeña dosis de humor, con cierto tono condescendiente, con un punto de vista hasta cierto punto femenino sobre las frioleras, los detalles, sobre algunas situaciones cómicas. Ha hecho la presentación del libro Rumen Leonidov, escritor y periodista de Radio Nacional de Bulgaria. Además de referirse a la buena composición, a lo agradable del lenguaje y a la elegancia de la narración, Leonidov, ha enfatizado en el hecho de que Petya Alexandrova haya contado sobre personalidades en las que los búlgaros no nos habíamos fijado. Rumen Leonidov señala con notable adelanto de la autora la forma en que quedan descritos los líderes del espíritu búlgaro, los intelectuales, los artistas. Son escritores importantes, personalidades de talla que, aparentemente, resultan ser los representantes auténticos de aquella época. En la época moderna no hay respeto por los escritores, ni siquiera hay una cafetería en que se reúnan como acostumbraban hacerlo antaño. Toda la élite artística de la nación se encuentra, en cierta medida, arrinconada y abandonada.

La autora ha confesado que no había descubierto secretos grandes en los archivos y que ha utilizado fuentes muy diversas −incluidos diarios, memorias y cartas− todas ellas conocidas. Lo importante es, empero, la forma en que uno escruta todo esto. Al parecer, la verdad reside en cierto don puramente femenino de fijarse, en la multitud de páginas leídas, en un par de frases escondidas en ellas. De repente se me ocurre pensar que detrás de esos dos renglones pueda haber alguna historia en la que hurgar para narrarla luego desde un punto de vista de curiosidad, concluye Petya Alexandrova.

Versión en español por Mijail Mijailov



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