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Las Rosas de Bulgaria en la escuela dominical de San Paulo

Hasta a miles de kilómetros de Bulgaria, en el lejano Brasil, nuestros compatriotas mantienen vivo el espíritu búlgaro. Hace 11 años, en la significativa fecha del 3 de marzo, Fiesta Patria de Bulgaria, en San Paulo fue constituida la primera escuela dominical de toda América del Sur. Nacida como un cursillo de lengua búlgara, en 2011 es incluida en el Programa Nacional para las escuelas búlgaras en el extranjero y desde 2015 es reconocida como escuela adjunta a la Embajada de Bulgaria en Brasilia con cuyo respaldo cuenta incondicionalmente. En la actualidad tiene 65 alumnos, presenciales y a distancia, lo cual aporta a que los estudios lleguen a niños de raíces búlgaras hasta en los rincones más alejados de ese país latinoamericano, deseosos de aprender búlgaro.

Figuran entre las actividades del programa cultural de la escuela las fechas del 11 y el 24 de mayo, dedicadas a los santos hermanos Cirilo y Metodio, los creadores del alfabeto eslavo, los padres de la escritura búlgara. El 11 de mayo de 2018, bajo los auspicios del Ministerio de Educación de Bulgaria se llevó a cabo por vez primera la iniciativa Las Rosas de Bulgaria, en la que todos los alumnos de las escuelas búlgaras en el extranjero bailan la danza tradicional joró, organizando también eventos paralelos al aire libre.

Mijail Krastanov con la medalla del Ministerio de Educación y Ciencia por méritos especiales de la Escuela Búlgara en Sao Paulo en la difusión de la lengua, el folclore y las tradiciones de Bulgaria“Con estas actividades hemos transmitido nuestro entusiasmo por las fiestas búlgaras también a los brasileños, y el 11 de mayo se ha convertido en el Día de Bulgaria en San Paulo. Llega gente de todo Brasil para sumarse a esta atmósfera extraordinaria”, relata el fundador de la escuela, Mijaíl Krastanov. La fiesta tiene lugar en el Museo de la Emigración.

“Integran Brasil representantes de distintas nacionalidades. En este museo está toda la historia de la emigración. Antaño, en este edificio eran alojados emigrantes de diferentes continentes para luego ser trasladados a las plantaciones de caña. Entre ellos había también búlgaros, de la primera oleada de emigración búlgara de 1930. Hoy en día, el Museo es un excelente lugar para el ocio. Ya en nuestra primera presentación allí −que incluía un concierto, y llenamos entonces una sala de más de 200 plazas− la directora vino y me dijo: “Nunca había visto una cosa tan hermosa. Cuando quieran, estaremos siempre a su disposición”. A nuestro joró al aire libre se sumaron personas de otras nacionalidades que luego empezaron a interesarse más por Bulgaria. Este es el sentido de tales actividades”, expresa Mijaíl.

La compleja situación relacionada con el coronavirus en Brasil cambió los planes para este año de nuestros compatriotas ahí. Pero siendo búlgaros, que no se rinden así como así, ellos decidieron organizar la iniciativa Las Rosas de Bulgaria de manera virtual.

“Tenemos a niños de mucho talento. Unos cantan, otros recitan bien, otros más bailan. Algunos niños pequeños, buenos músicos, interpretan desde sus casas piezas musicales”, explica Mijaíl. De este modo se llegó a la creación de un video saturado de emoción y subido a Youtube, que tiene por protagonistas a los niños de Bulgaria residentes en Brasil.

Sin embargo, ¿qué es lo que motiva a estos niños para acudir a la escuela búlgara, dedicándole un día todos los fines de semana?

“Mi padre es búlgaro. Yo he estado tres veces en Bulgaria. Mis abuelos, mis primos viven en Sofía. Yo estudio búlgaro para poder conversar con ellos y también para aprender más sobre la cultura y la historia de Bulgaria” , dice Yulia Jazárbasanova, de nueve años.

Respondiendo a la pregunta de ¿qué alimenta su amor por Bulgaria a miles de kilómetros de ella?, otra alumna de la escuela de San Paulo, Sofía Spásova Costa, de 13 años, explica:

“Bulgaria es muy importante para mí porque mi madre es búlgara. Mis primos viven en Sofía y yo adoro estar con ellos. Bulgaria es para mí una naturaleza y un clima que puedo sentir solamente ahí. Me gusta mucho el mar, sobre todo las ciudades de Sozópol y Nesébar. Bulgaria es mi segunda patria”.

En la escuela dominical los alumnos son principalmente hijos de matrimonios mixtos o de búlgaros que se encuentran en Brasil en misión de servicios. Lo aprendido es demostrado dos veces al mes en unas clases abiertas.

Buena parte de los niños posteriormente vienen a Bulgaria. Se suman sin problemas al sistema educativo de Bulgaria, lo cual es una excelente evaluación de la labor de los docentes de la escuela dominical de San Paulo.

Versión en español de María Páchkova
Fotos proporcionadas por Mijaíl Krastanov


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