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Jamala: la criatura mítica que visita a los búlgaros para traer alegría y ánimo en el nuevo año



Cada año, por Día de
San Juan Bautista que cae el 20 de enero, según el viejo estilo, en varias aldeas en las regiones de Sofía, Ruse y Lovech se celebra el rito antiguo Jamala. Es una fiesta masculina y forma parte de los juegos de mascaradas de invierno en Bulgaria. Según algunas leyendas, esta tradición surgió cuando el país todavía se encontraba bajo el dominio otomano. Los vecinos de la aldea de Voluyak, en la provincia de Sofía, cuentan que hubo una vez una gran sequía que en su localidad se prolongó durante años. La gente empobreció y se desesperó. Un día, desde la cercana montaña Lulin apareció un animal jamás visto por los lugareños, que se dirigía a Voluyak. Lo siguieron y llegaron a la plaza de la aldea. Allí, el animal empezó a saltar y bailar, y la gente lo imitó. La alegría ahuyentó la desdicha del pueblo y durante el año reinó la abundancia. En honor a este animal, desconocido hasta la fecha, los habitantes de Voluyak comenzaron a hacer un kúker que llamaron Jamala. Desde entonces hasta la actualidad, por estas fechas Jamala, acompañado por su comitiva: una anciana y un anciano, un galeno, un gitano, un escribano, un sacerdote y un grupo de músicos, va de casa en casa bailando por salud y fertilidad, y para espantar a las fuerzas del Mal. Todos los integrantes de la comitiva ofrecen una especie de espectáculo en el que cada uno de ellos tiene un papel y líneas que decir. La trama es entretenida, de mucha acción para divertir al público y crear un ambiente alegre. De esta manera, Jamala quiere que los anfitriones confíen que los buenos augurios que se les desean se harán realidad durante el nuevo año.



En otras aldeas, el nombre de esta misma costumbre es Camila o sea camello porque se cree que el animal que vino de un lejano país llamado Arabastán para bailar por prosperidad, mucha prole y bienestar en cada hogar, fue un camello.




Hasta los años sesenta del siglo pasado, el rito había caído en el olvido pero un grupo de aficionados decidió resucitarlo y llamar el interés sobre él. Hoy en día, la fiesta se celebra en su forma autóctona en diferentes regiones de Bulgaria.


En la aldea de Dolni Bogrov, en la provincia de Sofía, también este año, a primeras horas de la mañana del 19 de enero, un grupo nutrido de hombres comenzará a recorrer todas las casas. El grupo estará liderado por Iván Ivanov, uno de los participantes más antiguos en este rito, quien recuerda cómo fue recuperado en su aldea natal.



En Dolni Bogrov mantenemos nuestras costumbres tal y como nos las enseñaron nuestros abuelos, y cumplimos con ellas cada año
–cuenta Iván– . Recuperamos Jamala en 1968. Participé en la primera celebración como kúker. Después hice el papel de cuñado, y, luego, de camellero, tal vez uno de los papeles más difíciles. Cuando vamos a visitar las casas, los que rompen la marcha son la novia y el novio y sus padrinos. Les siguen el pope y el sacristán, el galeno, el barbero, el camellero y el domador de osos con su oso. En la casa entran primero los muchachos a los que llamamos jamales. Llevan en sus cinturones cencerros como los kúker y los hacen sonar para ahuyentar a las fuerzas del Mal. Seguidamente, al hogar entran los novios y besan la mano del dueño que los recibe; es un rito simbólico que se practica por salud. Una vez acabado el recorrido, nos reunimos en los confines de la aldea y hacemos una pequeña representación que recrea la vida en la familia. Luego encendemos una hoguera y la saltamos, así ahuyentamos el Mal del pueblo. Con este rito participamos en el Festival de los Kúker, y en 1978 ganamos el Primer Premio en la sección de concurso. En Dolni Bogrov este rito siempre se practicaba el 20 de enero. En la actualidad vamos cambiando la fecha pero procuramos que sea siempre por Día de San Juan Bautista según el viejo estilo.

Versión en español por Daniela Radíchkova
Fotos: elinpelin.org y BGNES

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