El 10 de febrero veneramos a San Haralampi de Magnesia, mártir de la fe. En la tradición búlgara, esta es una de las últimas fiestas de invierno. A partir de este día, la gente comenzaba a cultivar la tierra después de que pasara el invierno.

San Haralampi vivió en el siglo II en Magnesia, Asia Menor, en una época de terribles persecuciones contra los cristianos. Era muy justo e incluso en vida mostró su santidad difundiendo la palabra de Dios. Tenía más de 100 años cuando el cruel emperador romano Septimio Severo lo sometió a tortura por no renegar de Jesucristo, y lo torturó durante casi 13 años. Firme y tenaz, Haralampi permaneció, y su fe curó todas sus heridas, y cada mañana se despertaba intacto.

Tal vez debido a su curación milagrosa, el pueblo veneró a San Haralampi, otorgándole el papel de sanador y guardián de la salud. En la tradición popular, San Haralampi protege de la peste, por lo que a menudo se le representa sosteniendo una peste encerrada en un recipiente. Debido a este gran poder, el santo es considerado el patrón de la miel y de los apicultores, que celebran su fiesta profesional el 10 de febrero.